La justicia imparcial, la verdadera justicia.

La justicia es algo esencial para el funcionamiento de la sociedad, ya que, aunque la sociedad es una empresa cooperativa para beneficio mutuo, existen conflictos de intereses ya que cada individuo tiene sus propios fines y propósitos. Además, el juicio de los individuos a menudo se ve deformado por la ansiedad, el prejuicio o la preocupación por sus propios asuntos, algunos de estos defectos derivan del egoísmo y la negligencia. A esto se le suman los diversos fines y planes de vida que poseen los individuos, así como las diversas creencias filosóficas y religiosas y doctrinas Políticas y sociales. De esta forma, sin la justicia y aun con ella la sociedad podría ser guiada hacia fines egoístas o controlada por individuos cuyos objetivos son egoísta. 


Es necesaria que la justicia sea imparcial, pues una justicia parcial pude llevar a la imposición de un grupo y las ideas de este sobre el resto de los miembros de la sociedad, lo que a su vez puede llevar a la tiraniza de dichos grupos, al conflicto y la opresión, y en algunos casos al exterminio, de los que piensan diferente. Dicho de otra forma, una justicia partidaria de los intereses de un grupo puede llevar al surgimiento de sociedades autoritarias y anti pluralistas, en las que la justicia, y por tanto el Estado apoye la marginación, opresión y ejercer la violencia, e incluso la aniquilación, de aquellos que no apoyen, no comulguen o simplemente tengan otras ideas distintas de aquellas que poseen los dueños a los que sirviera la justicia. Además, podrían surgir con bastante facilidad doctrinas racistas, supremacistas y machistas entre otras, las cuales son injustas e irracionales; estas doctrinas no son concepciones morales, son medios de represión que están basados en principios arbitrarios y absurdos, y por tanto contrarios a la justicia. En definitiva, una justicia imparcial lleva al egoísmo y a la supremacía de los más fuertes sobre los más débiles, los cuales serían oprimidos. 


La justicia verdadera es aquella que es incompatible con el egoísmo, que busca el bien común de toda la sociedad y la cooperación social y el respeto mutuo, lo cual hace que las personas se traten cívicamente y expliquen las razones de sus acciones cuando chocan con las de los otros. Además, la verdadera justicia promueve una libertad equitativa y una igualdad de oportunidades, así como una cierta redistribución que garantice que todos puedan alcanzar la libertad y una procura existencial. En relación con lo dicho justo anteriormente, la justicia debe defender la igualdad y la equidad o empatiza, de forma que trate a todos por igual pero que también tenga encuentra la situación de cada persona y actúe en consecuencia. De esta forma, la justicia ha de tener en cuenta a cualquier persona de la sociedad independientemente de su edad, etnia o condición. 


La verdadera justicia solo puede lograrse mediante una justicia que sea imparcial, en el sentido de que sus propios intereses no están en juego y que no esté́ dominada por ningún grupo. Además, ha de ser racional, con un gran poder de razonamiento y contar con el conocimiento pertinente. De forma añadida la imparcialidad previene contra la injusticia, los prejuicios, el trato favorable y el predominio del interés propio sobre el interés general. 


La justicia imparcial, y por tanto la verdadera justicia, posee distintas características. En primer lugar, la justicia imparcial es general, lo cual implica que la justicia no utilice predicados que engloben nombres o descripciones definidas, sin embargo, considero que puede haber ligeras excepciones vinculadas al cargo social y público, así como el grado de responsabilidades públicas y sociales que desempeñe una persona. En segundo lugar, En una justicia imparcial todos los individuos deben conocer los elementos de la justicia y ser aplicados, empleados y entendidos por todo el mundo por igual que los individuos, además, los individuos deben considerar la justicia como una constitución de la vida social públicamente reconocida y totalmente efectiva. En tercer lugar, Todos los principios de una justicia imparcial no deben ser universales, ya que en algunos casos es necesario que favorezcan a determinados grupos con ciertas características biológicas o sociales que les dificulten o impidan estar en igualdad de condiciones con respecto al resto de la sociedad. Y en cuarto y último lugar, debe de haber un principio de la diferencia, en este principio se deben permitir las desigualdades (Ej. Económica), siempre y cuando esta vayan acompañada con una distribución equitativa, y con la condición de que aquellos que ganen más lo hagan de una forma que sea justificable respecto a aquellos que han ganado menos. 


De forma añadida, a diferencia de autores como Rawls y desde una perspectiva cercana al utilitarismo y a Maquiavelo, considero que puede ser justo aceptar ciertos males o sacrificios sociales para alcanzar un bien mayor y común para todos los miembros de la sociedad, siempre y cuando no vulnere los derechos humanos, exista tenga la certeza o una gran posibilidad de que suceda con los efectos deseados y, como diría Weber, se tengan en cuenta los efectos colaterales. 


También me gustaría resaltar la necesidad de que tenga presencia en la justicia procesar un amor empático y altruista a todos los miembros de la sociedad, ya que en los elementos principales del amor está el deseo de promover el bien a otra persona. Esto, no obstante, no quiere decir que se hayan de perdonar los crímenes, sino que la sociedad no debe dejar olvidados a los delincuentes pudriéndose en el pozo más oscuro y profundo que se pueda encontrar, por el contrario, debe ser benévola y capaz de rehabilitar y, a su debido tiempo, perdonar. 


Para alcanzar una sociedad justa e imparcialidad se deben establecer las bases sociales mediante un proceso de deliberación, de forma parecida a la que considera Habermas, que emplee el velo de la ignorancia y la posición original, propios de la teoría Rawlsiana. Estas bases deben ser entendidas como las normas supremas de la sociedad y ser respetadas por el conjunto de la ciudadanía. De esta forma, la justicia y las bases de la sociedad deben ser establecidas mediante un acuerdo con unanimidad completa, y ser aceptadas por un periodo de tiempo limitado y ser renovado el acuerdo cada cierto tiempo, ya que tal y como diría Berlín, es imprudente, peligroso e intuí́ la idea de establecer sistemas y sociedades con la intención de que sean eternos y perpetuos en el tiempo. 


En el proceso de deliberación en la posición original, las personas preferirían vivir en sociedades que traten de otorgar el mismo número de oportunidades y libertades y que maximizase el bienestar de toda la sociedad, es decir, en una sociedad con la justicia verdadera, la justicia imparcial. 


Por tanto, el objetivo de la verdadera justicia ha de ser estructurar la sociedad, establecer reglas para los grupos sociales y orientar el derecho. Todo ello mediante una imparcialidad fundada en la equidad y la empatía. 

Diego Jiménez